Las fotografías de esta página muestran el pie y la mano de un bebé abortado por curetaje en el segundo mes de embarazo, entre los dedos de un adulto y sobre la punta de un lápiz, para tener una mejor idea de su tamaño y perfección.

No es posible mostrar en una fotografía las terribles consecuencias psicológicas del aborto. Su objetividad es particularmente visible actualmente, debido a los relatos en los países donde el aborto es legal desde hace algunas décadas. En la mayoría de los países del primer mundo el aborto fue legalizado en los años setenta. Es ahora cuando se están comenzando a jubilar los médicos que dedicaron toda su carrera a la práctica del aborto, sin haber nunca tenido que infligir la ley. Son los médicos que desde un comienzo tenían una posición favorable ante el aborto y un abordaje profesional ante este asunto. Muchos no se hubieran dedicado jamás a la práctica del aborto si hubiese sido una actividad ilegal, que no pudiera ser practicada con el respaldo de una práctica médica abierta y responsable. Hoy el índice de suicidios entre los médicos que se jubilaron después de una vida dedicada al aborto legal es alarmantemente grande; la mayoría posee un patrimonio mucho mayor que sus colegas médicos de otras especialidades, pero apenas se jubilan necesitan terapia y acompañamiento psiquiátrico. La cantidad de médicos que practican el aborto legal y desisten de la práctica durante su carrera es también inmensamente grande y, al contrario de otros médicos que simplemente cambian de especialidad para otra sin mayores alardes, en los Estados Unidos constituyeron una liga propia que promueven congresos anuales entre los médicos ex abortistas. A diferencia de otros colegas médicos que cambiaron de una especialidad médica, para otra por razones de oportunidad o de interés profesional, los médicos que dejaron la práctica de aborto legal por otra actividad médica generalmente lo hicieron bajo un contexto inusitado, entre los cambios de especialidades en otros ramos de la medicina. Muchos lo hicieron inmediatamente, en los años setenta, después de haber visto un aborto practicado por ellos mismos a través de un aparato de ultrasonido. Otros lo hicieron porque en una mañana en que el médico se dirigía a su trabajo, su hija menor fue atropellada y muerta por un carro delante de ellos, impotente por salvar su vida, en un momento donde debería estar haciendo abortos en su clínica. Otros no consiguieron continuar su carrera, interrumpiéndola repentinamente después de dar una clase de obstetricia en la cual explicaban detalladamente, delante de los alumnos, el procedimiento de aborto. Nunca se ha oído hablar que un cardiólogo se volviera repentinamente ortopedista por motivos como estos, pero historias de este tipo son comunes entre ex médicos abortistas, en los países donde el aborto es practicado y reconocido como una actividad médica supuestamente igual a cualquier otra.

El aborto a las ocho semanas de embarazo

Así como en los países en que el aborto es legal, muchos médicos que lo practican piden pagamento adelantado en dinero, al contrario de todas las otras especialidades médicas. En Inglaterra, en los años ochenta, fue publicado un reportaje titulado "Bebés para quemar" realizado por una pareja de periodistas estériles, Michael Litchfield y Susan Kentish. En Inglaterra el aborto es legal hasta el quinto mes. Esta pareja entró en cuarenta clínicas de abortos legal diciendo que Susan estaba embarazada y necesitaba hacerse un aborto. En todas las clínicas el resultado de la prueba de embarazo realizado por ellas mismas dio positivo. El resultado fue confirmado por la evaluación del médico responsable y el aborto fue pautado, a lo que la pareja no compareció. Todas las conversaciones fueron gravabas ocultamente y luego fueron publicadas en un libro, con el nombre y la dirección de los establecimientos y de los médicos. Cuando la pareja se dio cuenta que no habría ninguna clínica en Londres que reconociera que Susan era estéril, desistieron de hacer citas para los abortos y pensaron en ideas más absurdas a primera vista. Propusieron a las clínicas restantes que vendieran los cuerpos de los niños para una supuesta fábrica de cosméticos, y consiguieron obtener un acuerdo. Propusieron que los médicos vendieran abortos tardíos, aún vivos, para que fuesen utilizados para experimentos de la industria farmacéutica durante un año, en lugar de monos como cobayas, y consiguieron obtener también un acuerdo. Cuando el libro fue publicado, los autores fueron procesados por todas las clínicas; fueron absueltos en todos los juicios, pero nada les sucedió a las clínicas que continuaron funcionando en las mismas direcciones, supuestamente bajo la supervisión del Ministerio de Salud británico.

Brazo de un aborto de ocho semanas sobre una punta de lápiz

Si en estos países el aborto ya era una especialidad médica como cualquier otra, porque los médicos que la practican se comportan de una manera tan diferente, como si todavía fuera criminoso. Si estos, supuestamente tienen la debida preparación técnica para enfrentar el desafío profesional, que se puede decir de la pobre paciente, a la cual se le niega toda la preparación e información para estar consciente de que han asesinado a un ser humano, que supuestamente debería haber amado como hijo. Entre los efectos psicológicos del aborto, uno de los más comunes y menos comentados por todos, es la inmediata imposibilidad de la pareja que lo practicó, en continuar una relación sexual saludable. La mujer que se embaraza tiende, por naturaleza, a querer el apoyo total de su compañero; y tiende también, por su naturaleza, a entregarse enteramente a él dentro de un contexto de amparo que ella siente encontrar en él. Cuando el compañero exige, apoya, o mismo se muestra inclusive indiferente ante la muerte de su hijo, por más paradójico que sea, o cuando es él quien propone a la mujer que se haga el aborto, la psicología de la mujer interpreta tarde o temprano este hecho como la más brutal agresión que pudiera recibir de su compañero. Aunque hubiese sido ella la primera en haber tenido la idea de abortar, fue su compañero que permitió la muerte de su hijo. En vez de una entrega amorosa, se convierte en un creciente odio a su compañero, por lo que la vida sexual termina de inmediato. Muchas mujeres que aceptaron someterse a un aborto para no perder a su compañero, en verdad no hubiesen necesitado hacerlo para evitar esta consecuencia. De hecho, ya lo perdieron en el mismo momento en que se realizaron el aborto.

Muchas personas entran todos los días a los consultorios médicos pidiendo una opinión si deben o no abortar. Nunca escuché ningún relato, tanto de mi parte como de otros médicos de alguien que no abortó y se arrepintió. En cambio, hay muchos casos de las que lloran amargamente las consecuencias de haber abortado, aunque tenían motivos considerados por muchos razonables para ello. El número de las que se arrepienten es mucho mayor de las que lo manifiestan externamente. Algún motivo debe haber para esto. El motivo principal es evidente para quien haya leído con atención estas páginas, y tuviera la sinceridad necesaria para reconocerlo. El aborto mata a un ser humano inocente. No se puede negar esto. Sea cual sea el motivo que usted tenga para abortar, usted está matando a su propio hijo. Esta es la peor situación que le puede suceder a una madre, peor que cualquier otra cosa o experiencia. Si es posible que exista un motivo razonable para que alguien crea que tiene el derecho de matar a su propio hijo, no hay razones para no matar a su propia madre o a su propio marido. Si alguien tratara de hacerlo se daría cuenta que no puede conducir su vida saludablemente. Haga de esto su profesión, hágase rico, y díganos después para que le sirvió.

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